Descubren en Bulgaria los restos de un Vampiro del Medievo

Si pensabas que los vampiros no existían y que drácula es sólo producto de la imaginación de Bram Stocker, estabas equivocado. Los vampiros existen, o al menos han existido. No hay evidencias de que les crecieran largos colmillos y de que pudieran volar en la noche, adoptando la fisonomía de un murciélago, pero evidencias de que ha habido vampiros, las ha habido, y restos arqueológicos nos lo demuestran. Como por ejemplo, el esqueleto de un hombre aparecido en Bulgaria, y que en el siglo XIII enterraron vivo con un arado de hierro en el pecho para evitar que regresara del más allá.

“El hombre enterrado en vida tenía entre 35 y 40 años. Monedas de bronce que encontramos entre sus dientes muestran el período en el que vivió. Tenía clavado en la parte izquierda de su torso, entre el cuello y el pecho, un arado de hierro”, declaró Ovcharov desde Perperikov, según recoge la agencia Standart.

Las creencias vampíricas procedentes del paganismo las preservaron los cristianos ortodoxos en los Balcanes durante la Edad Media, cuando se pensaba que además del hierro, podían utilizarse estacas de madera para atravesar el corazón del muerto, cubrirlo con ascuas o atar sus extremidades para evitar su conversión en vampiro.

Un hallazgo similar en junio del año pasado en la pequeña ciudad de Sozopol, a orillas del Mar Negro, reveló los restos de un hombre que vivió en el siglo VIII ó IX y que tenía un hierro clavado en el corazón, lo que causó un gran revuelo en el país balcánico.

Su descubridor, el director del Museo Nacional de Historia, Bozhidar Dimitrov, explicó entonces a Efe que ese rito se practicaba con personas consideradas malvadas o con quienes se ocupaban de algo que la sociedad no entendía, como por ejemplo investigaciones científicas o médicas.

Entonces se creía que después de morir, “esas personas se convertían en vampiros y torturaban y atormentaban a los vivos y se bebían su sangre durante la noche”, explicó Dimitrov.

Fuente: Republica.com

Siempre ha habido monstruos y siempre los habrá. Pero esos monstruos, como los que son producto de la fantasía de un niño, únicamente han existido y existirán en el oscuro armario de nuestros miedos y creencias.

Es cuestión de tiempo que la ciencia vaya revelando que todos podemos ser monstruos en un momento de nuestra vida. Quién sabe si las gentes o seres del futuro terminarán calificándonos a nosotros, los humanos del siglo XXI y precedentes, como monstruos de la antigüedad y terminamos engrosando los libros de texto en el lugar que hoy ocupan los dinosaurios y hombres del neolítico.

Hombres lobo con hipertricosis, mujeres barbudas con hirsutismo, hombres elefantes con elefantiosis, fantasmas con el rostro quemado, vampiros con porfiria... O simplemente brujas como mujeres capaces de ver el mundo con otros ojos. La ciencia hoy pone nombre a cada monstruo del pasado. Aunque en nuestro interior, en la cara que no se ve, todos somos un poco monstruos en realidad.


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