Ha sucedido en Argentina, aunque podríamos tener un sin fin de noticias similares de animales que ayudan, en plan terapeutas a personas enfermas y, en especial,  a niños. Los protagonistas de esta historia son dos excelentes amigos, los mejores, un calificativo que encaja siempre que hay un perro en escena. El protagonista de cuatro patas, es un perro labrador llamado Himalaya. El protagonista bípedo, comúnmente llamado «humano», es un niño de  cinco años con síndrome de Down. Y la historia relata de qué manera, un perro puede ser el mejor terapeuta de un niño que desconfía del mundo entero.

La madre del pequeño ha publicado un vídeo de las tiernas imágenes

Herman, que ahora tiene 5 años, «huye del contacto físico y no se deja tocar»

Herman tiene cinco años, vive en La Plata, Buenos Aires, y padece síndrome de Down. Normalmente, el pequeño evita todo contacto humano, pero no se pudo resistir a la insistencia de Himalaya, un perro labrador que logró convencerle para jugar juntos.

Fuente: Telecinco.es

Normalmente, los niños con síndrome de Down son cariñosos, adoran las muestras de amor que reciben. Sin embargo, estos pequeños que, en absoluto carecen de inteligencia, únicamente sufren retraso, pero más quisieran algunos gozar de las cualidades mentales y, sobre todo, humanitarias de muchos de ellos, en ocasiones, pueden darse caso en que el enfermo también resulte retraído y desconfiado. Son personas encerradas en un mundo distinto, y no siempre es fácil acceder a él. No es fácil para los humanos, porque lo que no consiguieron los padres, ni los médicos, lo logró Himalaya.

Himalaya es uno de tantos perros labradoras que van por el mundo regalando sonrisas y hasta la vida  a quienes tienen el privilegio de cruzarse con ellos. Tradicional enfermero peludo que cuida de personas con alguna discapacidad, principalmente la ceguera, son animales inteligentes, dóciles, tranquilos, astutos, y muy muy cariñosos. Incluso podemos calificarles de profesionales. Ya que son entrenados desde que son cachorros para guiar a sus futuros amos, o realizar labores humanitarias sin que el instinto animal, ese que tanto usa el ser humano para menospreciar al resto de seres con los que convive, suponga una limitación o barrera alguna.

Quienes tienen perro, lo aseguran así, el animal les entiende. Sólo mirándole a los ojos, ya que se produce una intensa comunicación e intercambio de ideas sin que sea necesaria la intervención de la palabra, ni el lenguaje hablado. Que tienen alma la tienen. Y no puede haber homo sapiens capaz de negarlo a estas alturas.

Una prueba más es la que nos ofrece Himalaya que, sin venir a cuento, decidió acercarse a un niño llamado Herman, que no quería relacionarse con nadie, que estaba aislado del mundo, y que rechazaba con terror el que nadie lo tocase. Pero que no pudo expulsar con desprecio de su particular paraíso a un visitante tan entrañable y lleno de amor como es el mejor amigo del hombre, el perro. Himalaya merecería una medalla al mérito, ¿no creéis?


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