Pese a las supuestas buenas intenciones que tuviera el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro cuando creó este órgano, la idea no ha calado bien entre los venezolanos, más bien al contrario y es que ha provocado una intensa polémica. Pese a que en estos tiempos, la búsqueda de la felicidad y las corrientes de pensamientos positivos estén tan en auge, todavía hay personas que se niegan a creer en la fuerza de los deseos. Tanto así que, aunque no se sabe bien, en qué va a consistir el ministerio exactamente y cuáles son sus funciones, los venezolanos se sienten avergonzados.

Maduro ya había adelantado que el organismo coordinará distintos programas del gobierno, fundamentalmente enfocados en el área social. Y que Ríos tendrá entre sus funciones atender a las personas con discapacidad, a aquellos que viven en las calles, a los ancianos y a los niños.

Pero más allá de los ataques verbales entre los venezolanos a partir de este anuncio, la felicidad es un asunto de Estado en otros países que la han incluido en su agenda de una u otra forma.

Parte de esta tendencia son los diversos estudios en los que se elaboran listas de los países más felices del mundo.

No obstante, el país sigue con profundos problemas de pobreza, falta de educación y desempleo.

Fuente: BBC

Inspirándose en Coelho, en Mario Benedetti, o en Jorge Bucay, uno puede sentir que el mundo se pone a sus pies. Esta tendencia a pensar en positivo se ha extendido como la pólvora entre quienes viven en mitad de una desorientación profunda sobre el futuro y que, creyendo o sin creer en un supremo del mundo que maneje los hilos de nuestro destino, y dibuje nuestro camino, puedan echarse a los brazos de la confianza, descansando sus inquietudes y soñando con una vida mejor.

Todos tenemos derecho a ser felices, esto sin duda. Y distintas corrientes nos lo proclaman sin que, en muchos casos, tengamos el coraje propio para creérnoslo y para tomar esa felicidad que, por otro lado, no necesitamos tomar, porque ya es nuestro derecho. No es un permiso, sino un derecho, o para otros, un deber. La felicidad de uno dispara la ola de felicidad que se propaga, en manos de la solidaridad y empatía generando una sociedad de felices.

Sin embargo, que un presidente del gobierno de un país en crisis despilfarre dinero en crear un ministerio de la felicidad, no ha hecho ninguna gracia a los venezolanos. Y no ya porque pongan más que en duda la coherencia de dichos planes, sino porque lo ven como un agujero de escape más de su dinero y del heraldo público. No obstante, el ministerio no ha surgido de la nada, y es que expertos académicos y premios nobel han trabajado para delinear las actuaciones que conducirán a la felicidad de los habitantes de un país.

Como ejemplos de qué cosas nos dan la felicidad, señalan ir de vacaciones sin apuros económicos, y comer lo que se desee sin mirar el presupuesto, al menos durante dos semanas.


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