Muere tras un accidente en un supermercado

Hay un dicho que dice que «Para morirse no hay más que estar vivo», y desde luego que es una gran verdad. Cualquiera de nosotros, con independencia de nuestra edad y de nuestra salud puede despedirse de la vida en un abrir y cerrar de ojos, y ni siquiera el estilo de vida marca la diferencia, porque incluso realizando el acto más cotidiano como ir a la compra, podemos encontrarnos con el fatídico destino. En Nebraska, una mujer ha fallecido, y su marido echa la culpa al supermercado. Aunque suene algo cómico, esta noticia no es para reírse.

William Freis de Plattsmouth, dijo su esposa Lynette fue de compras al supermercado el 16 de abril de 2010. La mujer compró dos latas de 1 kilo de «La Choy» y una bolsa de 2 kilos de arroz.

Mientras la señora caminaba hacia su automóvil, la bolsa de plástico se rompió y su contenido cayó sobre uno de sus pies provocándole una herida. La herida se infectó y a pesar de múltiples rondas de antibióticos y dos intervenciones quirúrgicas, Lynette finalmente murió.

Dentro de los implicados en el caso de «Lynette y las bolsas asesinas», está la compañía Hilex Poli Co., fabricante de las citadas asesinas.

Randy Hargrove, portavoz de la cadena de supermercados, dijo: «La seguridad del cliente es nuestra prioridad y nos tomamos en serio cada vez que una persona se lesiona en alguna de nuestras tiendas».

Fuente: El Sol Online

Cuando se vive la dura experiencia de un duelo, especialmente si es relacionado con la muerte de un familiar cercano, el sentimiento de culpa aflora en nosotros en una suerte de salvavidas. No es la mejor manera, ni mucho menos de superar el momento, pero al menos nos aporta la fuerza necesaria para continuar adelante.

Muchas veces, el sentimiento de culpa recae sobre nosotros mismos, y otras tratamos de encontrar culpables en quienes volcar nuestra ira, como si ésta actuara de almohadón que nos estuviera permitiendo echar un sueño con la esperanza de que al despertar del mismo, es decir, al solucionar al castigar al hipotético responsable, las cosas fuesen a volver a su sitio.

Cualquiera puede sufrir accidentes

No es más que una fantasía, pero comprensible. Ninguno de nosotros está libre de pasar por un trance tan amargo, como tampoco lo estamos de sufrir un accidente, ya sea grave o, como este, en principio inofensivo.

Y a fin de cuentas, ¿a quién de nosotros no se le ha caído en alguna ocasión una lata encima? No sé ustedes, pero yo me he visto decenas de veces compuesta y sin bolsa en mitad un camino. Que los comercios deben mejorar la calidad de sus bolsas sí, pero muertes como esta, sólo obedecen a la mala suerte y al simple hecho de vivir. ¿O quizás deberíamos decir que la culpa es del destino?


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